Los
desembolsos que realiza cada turista en una zona de destino son muy variables y
están determinados por la duración de la visita, el precio del alojamiento y
las comidas, y el valor de los puntos de interés de la zona. Algunas zonas
tienen muchos atractivos construidos por el hombre, cada uno de ellos con un
valor distinto; otras zonas están relativamente desprovistas de sitios en los
que poder gastar dinero. Por ejemplo, en comparación con Florida o California,
hay pocos atractivos turísticos hechos por el hombre en Maine.
El
análisis de los gastos que realizaban los visitantes en Hawai resultó ser el
siguiente:
Alojamiento:
32,3 %
Comida
y bebidas: 27,2 %
Transporte:
11,7 %
Ropa:
9,3 %
Regalos
y recuerdos: 9,7 %
Otros
gastos: 5,0 %
Diversiones:
4,8 %
Si
los beneficios que provienen del turismo se pueden personalizar y expresar en
términos sencillos, los residentes de la zona es más probable que tengan una
actitud más positiva hacia el desarrollo del turismo. En el estudio previamente
mencionado de las Bahamas, el especialista explicaba cómo se podían traducir
los ingresos por turismo en beneficios palpables para los residentes. Se
utilizó como ejemplo la construcción de dos ciudades de veraneo en las islas.
Los derechos de aduana sobre los materiales y mobiliario y los beneficios de
los gastos del turista que se quedarían en ellas generarían suficientes beneficios
al gobierno para pagar una nueva clase en la escuela. Por cada dos habitaciones
hoteleras construidas, doscientos turistas podrían visitar anualmente las
islas, dejando lo suficiente en impuestos como para pagar el sueldo de un
profesor. Para superar el resentimiento contra los trabajadores no autóctonos o
inmigrantes, se adujo que cada empleado de hotel inmigrado generaba (de nuevo
en impuestos) lo suficiente cada año como para pagar una nueva habitación de
hospital.
El
dólar de turista afecta tanto a la economía privada de una zona de destino turístico
como al sector del gobierno pertinente. Estos efectos pueden discrepar mucho
entre ellos. Los dólares que el turismo se gasta en un país en vías de
desarrollo se pueden mandar fuera de él casi inmediatamente, como beneficios
para propietarios extranjeros y para bienes y servicios de importación. El
poder laboral puede contener un buen número de trabajadores del extranjero que envían
gran parte de su dinero a su país para sus familias. Un ejemplo de ello son las
islas Vírgenes de Estados Unidos, donde trabajan cerca de 16 mil personas, la mayoría
procedentes de las islas británicas vecinas. En algunas zonas la mayor parte de
la comida y bebidas que se venden a los turistas tienen que ser importadas,
como es el caso de las economías de muchas islas y en países con economías no
diversificadas. El efecto multiplicador para el sector privado de esas áreas es
bajo.
El
efecto multiplicador puede ser bajo también para el gobierno, según sea su política
de impuestos. En la mayoría de los países desarrollados, los beneficios del
gobierno central oscilan entre el treinta y cuarenta por ciento de los ingresos
nacionales. Si el gobierno ha accedido a la exención de impuesto de una manera
bastante generalizada, los ingresos que tendrán serán pequeños. Si se
incrementan los derechos sobre los bienes que utilizan los turistas, se pueden
aumentar los beneficios del sector público devengados por turismo.
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