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martes, 25 de diciembre de 2018

Día de Navidad



¿Cómo se ha llegado a celebrar el 25 de diciembre el aniversario del nacimiento de Cristo? Nos encontramos en presencia de dos hipótesis: o bien se ha elegido esa fecha por conjeturas, o bien se instituyó esta fiesta por influjo de las solemnidades paganas. En cuanto a la primera hipótesis algún autor ha argumentando que se ha llegado a la fecha del nacimiento de Jesús partiendo de su muerte. Según una antigua creencia Cristo habría muerto el 25 de marzo, día elegido por su coincidencia con el equinoccio de primavera, es decir, el mismo día en que, siguiendo una idea muy extendida habría sido creado el mundo. En consecuencia, la encarnación tuvo que realizarse el 25 de marzo y Cristo habría nacido nueve meses más tarde, el día 25 de diciembre. Otros autores llegan a conclusiones diferentes y establecen una relación entre la encarnación y la creación del mundo y en lugar del 25 de marzo proponen el 28 de marzo, es decir, el día cuarto, cuando fue creado el sol.

Los antiguos no se preocuparon especialmente de grandes precisiones científicas, sino por ideas populares. Y el buen sentido popular no ha imaginado nunca que haya que añadir a la edad de las personas los meses que han estado el seno de sus madres. En definitiva, debemos aclarar que se propusieron para el natalicio de Jesús otras fechas como por ejemplo la del 20 de mayo. Por otro lado, la segunda hipótesis a la que hacíamos referencia, establecía la influencia de las solemnidades paganas en la elección de este día. Debemos aclarar que en los siglos III y IV, la Iglesia se encuentra en plena competencia con el paganismo. No se trata únicamente de predicar una doctrina, hay que procurar que penetre en la vida, desarraigar estos cultos tan profundamente enraizados en las costumbres y sociedad del momento.

El nacimiento de Jesús es un hecho histórico indiscutible, del que a ciencia cierta tenemos pocos conocimientos. Sin embargo, nos consta que la Iglesia eligió estratégicamente una serie de fechas para celebrar las fiestas navideñas, consciente de la importancia que ya revestían los citados días para la religión pagana, por lo que resultaría mucho más sencillo cristianizar estas festividades milenarias, que hacerlas olvidar radicalmente y sustituirlas por otras. Así, la elección del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús, se realizó sobre la base del simbolismo del solsticio de invierno, un hecho celebrado por todas las religiones antiguas. Esta segunda hipótesis tiene su fundamento en dos festividades paganas básicamente: Saturnales y La fiesta del “Sol Invictus”.

Saturnales

Una breve mención merecen las Saturnales, fiestas en honor a Saturno, que se celebraban en la antigua Roma. Comprendían el periodo del 17 al 23 de diciembre y celebraban el final de la oscuridad. A partir de entonces los días se iban alargando y las noches cada vez eran más cortas. Durante esta etapa cesaba el trabajo y los amigos acostumbraban intercambiar regalos y saludos; se liberaba a los esclavos y éstos eran servidos por sus amos. Se comía y bebía sin mesura. Relajaban la moral hasta hacerla inexistente.

Parece ser que el origen de este acontecimiento social estaba ligado a las labores del campo, pues finalizaban los trabajos de siembra y los esforzados campesinos se entregaban al merecido relax, felicitándose por lo trabajado y encomendándose a los dioses para que los procesos naturales siguieran buen curso y a la postre llegara una valiosa cosecha.

Según el mito, Saturno fue expulsado del Olimpo por Zeus recibiendo buena acogida en el Lacio hasta que fue proclamado rey. Entonces, propició un gobierno de paz y prosperidad llamado "la edad de oro", periodo en el que los dioses convivían con los mortales. Como recuerdo de esta era se establece la fiesta.

La fiesta del ‘Sol Invictus’

Después del otoño, en el que las horas de oscuridad superan ampliamente a las de luz a lo largo de la jornada; y tras el solsticio de invierno, el día comienza a alargarse de nuevo y robarle espacio a la noche. El sentido dado por los cristianos a tan señalada fecha era evidente: el nacimiento de Cristo representaba una nueva esperanza para el hombre y el inicio de una renovada humanidad.

El mitraísmo, religión de origen mistérico, estaba muy extendida en el Imperio Romano entre los siglos I al IV d.C. En ella se rendía culto a una divinidad de origen iranio llamada Mitra y tuvo una especial implantación entre los soldados romanos. Los misterios de Mitra concedieron un destacado papel al Sol, impulsado igualmente por el culto oficial de Deus Sol Invictus instituido por Aureliano en 274. El Sol Invicto de Aureliano no trató de suplantar a ningún dios romano ni fue impuesto a las poblaciones provinciales, pero su culto como dominador del mundo quedó definitivamente consolidado. Paralelamente se elabora toda una teología solar, con la colaboración de los neoplatónicos. Con Macrobio se puede ver toda la culminación del sincretismo solar.

Para entonces dicho culto constituía un “puente” tendido entre el paganismo y el cristianismo. Constantino hizo del Sol Invicto su divinidad suprema; el propio emperador aparece representado en el arte con la cabeza radiada, identificándose con él. Su conversión del politeísmo al cristianismo no se hizo bruscamente, sino descubriendo que ese dios supremo (el Sol o Apolo Solar) era el dios de los cristianos.

A comienzos del siglo IV d.C., especialmente desde el llamado Edicto de Milán (313), el monoteísmo cristiano comienza a asumir una posición de igualdad respecto al paganismo tradicional. Gran parte de la población romana fue poco a poco, abandonando la vieja religión politeísta (enriquecida por las aportaciones de los cultos orientales) por una nueva religión que sólo admitía la existencia de un Dios único.

El papa Julio I pidió en 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado el 25 de diciembre, lo cual fue decretado por el papa Liberio en 354. Fue en el año 379 cuando el Estado se separó oficialmente del paganismo, y poco después, por el Edicto de Tesalónica (380), decretado por el emperador romano Teodosio, cuando se obligó a los súbditos del Imperio a someterse a la fe cristiana.

También existen dudas en cuanto al año del nacimiento. Dionisio el Exiguo señaló el año 753 de la fundación de Roma como el año del natalicio de Jesucristo. Tomó entonces este año como el primero de la era cristiana. Este nuevo calendario fue tomando importancia primero entre los cristianos y luego en el mundo secular. Estudios posteriores han señalado que Cristo nació varios años antes de lo que calculó el monje. Según estos estudios, Jesús nacería durante el reinado de Herodes el Grande. Los Evangelios y el historiador Macrobio señalan que Herodes murió poco después de la masacre de los Santos Inocentes. También sabemos, según datos del historiador Flavio Josefo, que Herodes el Grande murió en el año 750 de Roma. Por lo que se deduce que Jesús debió haber nacido antes de ese año.

Por otro lado, según San Lucas, Jesús contaba unos treinta años cuando fue bautizado. Ahora bien, como San Juan Bautista comenzó su ministerio el año 15 del reinado de Tiberio, tenemos un punto de referencia. El año 764 de Roma es la fecha más probable del principio del reinado de Tiberio. Si añadimos 15 años para llegar al ministerio de San Juan Bautista, estamos en el año 779 de la fundación de Roma. Si para entonces Jesús tenía treinta años, Él nació el 749 de la fundación de Roma, es decir 4 años antes de lo calculado por Dionisio. Entonces, la fecha del nacimiento de Jesús sería el año 4 a.C.

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