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miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Volar de día o de noche?



Existe la evidencia clara de que es más seguro viajar durante el día que durante la noche, por la simple razón de que el piloto del avión no está tan alerta por la noche como lo está durante el día y también porque el piloto carece de la visibilidad que ofrece la luz del día.

La fatiga del piloto se va acumulando, se va convirtiendo en un círculo vicioso: al estar fatigado, debe trabajar más, por lo que esto le producirá mayor cansancio y también ansiedad al notar su bajo rendimiento hasta llegar a un punto en que se pierden las habilidades para volar. Además, una ligera disminución en el contenido de oxígeno del aire puede acelerar el inicio de la fatiga.

          La Aclimatación a las Alturas 

        La Aclimatación a las altura se define como conseguir la mima eficacia a una nueva altura que la tenía la persona en la altitudes donde se encontraba habitualmente. Viajar arriba o abajo incluye un reajuste del cuerpo. El aclimatamiento a regiones situadas a grandes altitudes puede requerir varios días hasta meses y fundamentalmente depende de la persona y de su estado de salud.

        Los síntomas que se producen a grandes altitudes incluyen insomnio, dolor de cabeza, mayor nerviosismo, sensación de falta de aire y disminución del umbral del dolor y del sabor. Los reflejos tendinosos se enlentecen. Puede producirse una pérdida de peso, hipotiroidismo, edema de pulmón o infecciones. Las mujeres pueden presentar dismenorrea o amenorrea y muchos viajeros experimentan trastornos psíquicos o mentales. Muchos individuos pueden requerir días, semanas o incluso años para reajustarse a las grandes altitudes.


El descenso: los cambios de presión

En el trayecto de descenso desde grandes altitudes muchos individuos presentan un dolor agudísimo que se produce como resultado de la diferencia entre la presión en el interior de los oídos y la presión del aire ambiental que existe en el avión. Los casos graves de sordera o taponamiento de los oídos y vértigo pueden durar días o semanas. Lo oídos tapados, en ocasiones pueden infectarse.

El movimiento de la mandíbula, que consigue mantener las trompas de Eustaquio abiertas, puede ayudar a prevenir este problema. El aire puede entonces penetrar en el oído e igualarse a la presión externa que se va incrementando conforme desciende el avión. Para solucionar este problema son útiles los chiclés, bostezar mucho y mantener la nariz y la boca cerradas mientras se fuerza la entrada de aire en los oídos desde la garganta. Los que padecen un resfriado o sinusitis requieren el uso de descongestionantes antes o durante del vuelo y nebulizadores nasales poco antes de descender del avión. Debe evitarse el alcohol, ya que estrecha las vías sinusales y la garganta y aumenta la probabilidad de que se produzca taponamiento. El atrapamiento de aire en las dentaduras alteradas puede producir dolor.


Marearse en el Mar

Desplazarse al destino puede suponer la mitad del placer del viaje pero también puede ser agotador. Según las circunstancias, puede resultar francamente desagradable la sintomatología que se produce por el movimiento, con la que el viajero pasivo e indefenso no esté familiarizado.

El mareo en el mar puede ser mucho más desagradable y se presenta con mayor frecuencia que al volar. Hay personas que se marean también en el auto e incluso hay quien se marea sólo por el hecho de pensar en un viaje de avión o barco. No se marean únicamente las personas delicadas. Lord Nelson, el almirante británico más famoso y persona conocida por no tener miedo a nada, solía marearse con frecuencia en el mar.

Los primeros síntomas del mareo por movimiento incluyen probablemente un sentimiento de ansiedad, nerviosismo, vértigo y nublamiento de la vista. El mareo tiene lugar cuando los órganos del equilibrio, es decir, los canales semicirculares de los oídos, se hallan alterados y muestran un desequilibrio con lo que experimentan otras sensaciones. Como resultado se produce una confusión del sensorial. Después aparece palidez, comienza un sudor frío y se producen trastornos en el estómago. Si persisten los síntomas, es casi inevitable que aparezcan náuseas o vómitos. El acto del vómito alivia los síntomas de forma temporal pero después persisten. Se puede producir una pérdida de líquidos muy importante.

Los síntomas no siempre se alivian al salir del barco o del avión. Al bajar a tierra se produce un fenómeno característico que es consecuencia de los efectos tardíos del balanceo o la inclinación de un barco y hace que la persona sienta como si la tierra misma se estuviera moviendo. Este efecto puede persistir hasta varias horas después de desembarcar. Los años, fisiológicamente, no son de gran ayuda pero parece ser que para el mareo del movimiento sí lo son. La susceptibilidad al mareo comienza alrededor de los dos años de edad y aumenta hasta un máximo de los diez o doce años aproximadamente. Después se produce algún tipo de adaptación que hace que el mareo por movimiento sea menos frecuente entre los individuos de mediana edad y los ancianos. Las mujeres, por alguna razón, son más susceptibles que los hombres.

El mareo por el movimiento tiene sus raíces en el aparato vestibular del oído, el cual no juega ningún papel en la audición, sólo en el sentido del equilibrio y en el movimiento. Los receptores responsables del mareo por el movimiento son tres canales semicirculares, tres conductos llenos de líquidos que están situados formando un ángulo recto cada uno respecto a los demás. Cuando se activan, nos informan sobre los cambios en el índice de velocidad a que gira la cabeza.

Dentro del oído también existe una campana de gel aplanada cubierta por cristales densos conocidos como otolitos. Cuando se activan nos informan de cuál es la deflexión de la cabeza respecto a la vertical. Al andar o correr, los otolitos envían mensajes al cerebro informándonos sobre el plano en el que estamos situados y a continuación desencadenan movimientos oculares reflejos que ayudan a estabilizar el campo visual mientras nos movemos. Cuando estamos sentados o de pie se envían los mismos impulsos al cerebro, por lo que tiende a confundir a la totalidad del sistema. Afortunadamente, tras un período de tiempo, que depende de cada individuo, el cerebro se adapta a estas señales confusas y se produce una adaptación al movimiento. La respuesta de las personas a esta información errónea es muy variable y también el período que necesitan para adaptarse. Algunos no se adaptan nunca.

Para evitar el mareo por el movimiento, intente colocarse lo más horizontal posible con la cara mirando hacia arriba. Se ha comprobado que la incidencia del mareo en posición supina disminuye hasta un veinte por ciento del que puede experimentar una persona que esté sentada o de pie. Aparte de la posición en que se encuentre, no permita que su cabeza se tambalee de atrás hacia adelante. Mantenga la cabeza apoyada en una silla que tenga el respaldo alto o utilice los músculos del cuello para mantener la cabeza firme.
En un barco puede conseguir que disminuyan los movimientos al colocarse plano en una litera, preferentemente situada en el medio del barco, donde el movimiento es menos importante. Concéntrese en cualquier cosa que no sea el estado de su estómago. Lea, si eso no le agrava los síntomas. Al parecer, el cerebro tiene una capacidad limitada para procesar información, tanto procedente del cuerpo como del exterior. El tener la mente activa mantiene ocupados a los receptores neurológicos causantes del molesto mareo.

La mayoría de farmacias, así como las líneas aéreas, disponen de comprimidos de dimenhydrinato (Dramanine) sin necesidad de receta, para aliviar el mareo por movimiento. El hidrobromuro de L-hioscina se considera el agente más eficaz de entre los que se utilizan. También se utilizan antihistamínicos.

Uno de los fármacos que se receta es la escopolamina, que se encuentra bajo el nombre comercial de Transderm-V. Aplicándolo detrás del oído, este fármaco se absorbe lentamente a través de la piel, reduciendo la actividad nerviosa del oído interno y por consiguiente el mareo por el movimiento. Puede colocarse un disco que contenga el fármaco, que tiene una eficacia de hasta 72 horas. Los efectos secundarios incluyen sequedad de boca, somnolencia y visión borrosa de forma transitoria.
Al desplazarse en barco, mucho más que al hacerlo
en auto o avión, pueden producirse mareos muy
desagradables que impiden disfrutar del viaje.
Una serie de fármacos ingeridos antes de inicar el
    trayecto ayudan a evitarlos.


Al contrario de lo que se cree, recuerde que no debe viajar con el estómago vacío, ya que ello agrava el mareo que produce el movimiento. 

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