Desplazarse al destino puede suponer la mitad
del placer del viaje pero también puede ser agotador. Según las circunstancias,
puede resultar francamente desagradable la sintomatología que se produce por el
movimiento, con la que el viajero pasivo e indefenso no está familiarizado.
El mareo en el mar puede ser mucho más
desagradable y se presenta con mayor frecuencia que el volar. Hay personas que
se marean también en el auto e incluso hay quien se marea sólo por el hecho de
pensar en un viaje en avión o barco. No se marean únicamente las personas
delicadas. Lord Nelson, el almirante británico más famoso y persona conocida
por no tener miedo a nada, solía marearse con frecuencia en el mar.
Los primeros síntomas del mareo por
movimiento incluyen probablemente un sentimiento de ansiedad, nerviosismo,
vértigo
y nublamiento de la vista. El mareo
tiene lugar cuando los órganos del equilibrio
El mareo tiene lugar cuando los órganos del
equilibrio, es decir, los canales semicirculares de los oídos, se hallan
alterados y muestran un desequilibrio con lo que experimentan otras
sensaciones. Como resultado se produce una confusión del sensorial. Después
aparece palidez, comienza un sudor frio y se producen trastornos en el
estómago. Si persisten los síntomas, es casi inevitable que aparezcan náuseas o
vómitos. El acto del vómito alivia los síntomas de forma temporal pero después
persisten. Se puede producir una pérdida de líquidos muy importante.
Los síntomas no siempre se alivian al salir
del barco o del avión. Al bajar a tierra se produce un fenómeno característico
que es consecuencia de los efectos tardíos del balanceo o la inclinación de un
barco y hace que la persona sienta como que la tierra misma se estuviera
moviendo. Este efecto puede persistir hasta varias horas después de
desembarcar. Los años, fisiológicamente, no son de gran ayuda pero parece ser
que para el mareo del movimiento sí lo son. La susceptibilidad al mareo
comienza alrededor de los dos años de edad y aumenta hasta un máximo de los
diez o doce años aproximadamente. Después se produce algún tipo de adaptación
que hace que el mareo por movimiento sea menos frecuente entre los individuos
de mediana edad y los ancianos. Las mujeres, por alguna razón, son más
susceptibles que los hombres.
El mareo por el movimiento tiene sus raíces
en el aparato vestibular del oído, el cual no juega ningún papel en la
audición, sólo en el sentido del equilibrio y en el movimiento. Los receptores
responsables del mareo por el movimiento son tres canales semicirculares, tres
conductos llenos de líquido que están situados formando un ángulo recto cada
uno respecto a los demás. Cuando se activan, nos informan sobre los cambios en
el índice de velocidad a que gira la cabeza.
Dentro del oído también existe una campana de
gel aplanada cubierta por cristales densos conocidos como otolitos. Cuando se
activan nos informan de cuál es la deflexión de la cabeza respecto a la
vertical. Al andar o correr, los otolitos envían mensajes al cerebro informándonos
sobre el plano en el que estamos situados y a continuación desencadenan
movimientos oculares reflejos que ayudan a estabilizar el campo visual mientras
nos movemos. Cuando estamos sentados o de pie se envían los mismos impulsos al
cerebro, por lo que tiende a confundir a la totalidad del sistema.
Afortunadamente, tras un período de tiempo, que depende de cada individuo, el
cerebro se adapta a estas señales
confusas y se produce una adaptación al movimiento. La respuesta de las
personas a esta información errónea es muy variable y también el período que
necesitan para adaptarse. Algunos no se adaptan nunca.
Para evitar el mareo por el movimiento,
intente colocarse lo más horizontal posible con la cara mirando hacia arriba. Se
ha comprobado que la incidencia del mareo en posición supina disminuye hasta un
veinte por ciento del que puede experimentar una persona que esté sentada o de
pie. Aparte de la posición en que se encuentre, no permita que su cabeza se
tambalee de atrás hacia adelante. Mantenga la cabeza apoyada en una silla que
tenga el respaldo alto o utilice los músculos del cuello para mantener la
cabeza firme.
En un barco puede conseguir que disminuyan
los movimientos al colocarse plano en una litera, preferentemente situada en el
medio del barco, donde el movimiento es menos importante. Concéntrese en
cualquier cosa que no sea el estado de su estómago. Lea, si eso no le agrava
los síntomas. Al parecer, el cerebro tiene una capacidad limitada para procesar
información, tanto procedente del cuerpo como del exterior. El tener la mente activa mantiene ocupados a los
receptores neurológicos causantes del molesto mareo.
La mayoría de farmacias, así como las líneas
aéreas, disponen de comprimidos de dimenhydrinato (Dramamine) sin necesidad de
receta, para aliviar el mareo por movimiento. El hidrobromuro de L-hioscina se
considera el agente más eficaz de entre los que se utilizan. También se
utilizan antihistamínicos. Uno de los fármacos que se receta es la
escopolamina, que se encuentra bajo el nombre comercial de Transderm-V. Aplicándolo
detrás del oído, este fármaco se absorbe lentamente a través de la piel,
reduciendo la actividad nerviosa del oído interno y por consiguiente el mareo
por el movimiento. Puede colocarse un disco que contenga el fármaco, que tiene
una eficacia de hasta 72 horas. Los efectos secundarios incluyen sequedad de
boca, somnolencia y visión borrosa de forma transitoria.
Al contrario de lo que se cree, recuerde que
no debe viajar con el estómago vacío, ya que ello agrava el mareo que produce
el movimiento.
¡5 cosas que se pueden hacer
para no marearse!
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