Existe la evidencia clara de que es más
seguro viajar durante el día que durante la noche, por la simple razón de que
el piloto del avión no está tan alerta por la noche como lo está durante el día
y también porque el piloto carece de la visibilidad que ofrece la luz del día.
La fatiga del piloto se va acumulando, se va convirtiendo en un círculo vicioso: al estar fatigado, debe trabajar más, por lo que esto le producirá mayor cansancio y también ansiedad al notar su bajo rendimiento hasta llegar a un punto en que se pierden las habilidades para volar. Además, una ligera disminución en el contenido de oxígeno del aire puede acelerar el inicio de la fatiga.
La Aclimatación a las Alturas
La Aclimatación a las altura se define como conseguir la mima eficacia a una nueva altura que la tenía la persona en la altitudes donde se encontraba habitualmente. Viajar arriba o abajo incluye un reajuste del cuerpo. El aclimatamiento a regiones situadas a grandes altitudes puede requerir varios días hasta meses y fundamentalmente depende de la persona y de su estado de salud.
Los síntomas que se producen a grandes altitudes incluyen insomnio, dolor de cabeza, mayor nerviosismo, sensación de falta de aire y disminución del umbral del dolor y del sabor. Los reflejos tendinosos se enlentecen. Puede producirse una pérdida de peso, hipotiroidismo, edema de pulmón o infecciones. Las mujeres pueden presentar dismenorrea o amenorrea y muchos viajeros experimentan trastornos psíquicos o mentales. Muchos individuos pueden requerir días, semanas o incluso años para reajustarse a las grandes altitudes.
La Aclimatación a las Alturas
La Aclimatación a las altura se define como conseguir la mima eficacia a una nueva altura que la tenía la persona en la altitudes donde se encontraba habitualmente. Viajar arriba o abajo incluye un reajuste del cuerpo. El aclimatamiento a regiones situadas a grandes altitudes puede requerir varios días hasta meses y fundamentalmente depende de la persona y de su estado de salud.
Los síntomas que se producen a grandes altitudes incluyen insomnio, dolor de cabeza, mayor nerviosismo, sensación de falta de aire y disminución del umbral del dolor y del sabor. Los reflejos tendinosos se enlentecen. Puede producirse una pérdida de peso, hipotiroidismo, edema de pulmón o infecciones. Las mujeres pueden presentar dismenorrea o amenorrea y muchos viajeros experimentan trastornos psíquicos o mentales. Muchos individuos pueden requerir días, semanas o incluso años para reajustarse a las grandes altitudes.
El descenso: los cambios de presión
En el trayecto de descenso desde grandes altitudes muchos individuos presentan un dolor agudísimo que se produce como resultado de la diferencia entre la presión en el interior de los oídos y la presión del aire ambiental que existe en el avión. Los casos graves de sordera o taponamiento de los oídos y vértigo pueden durar días o semanas. Lo oídos tapados, en ocasiones pueden infectarse.
El movimiento de la mandíbula, que consigue mantener las trompas de Eustaquio abiertas, puede ayudar a prevenir este problema. El aire puede entonces penetrar en el oído e igualarse a la presión externa que se va incrementando conforme desciende el avión. Para solucionar este problema son útiles los chiclés, bostezar mucho y mantener la nariz y la boca cerradas mientras se fuerza la entrada de aire en los oídos desde la garganta. Los que padecen un resfriado o sinusitis requieren el uso de descongestionantes antes o durante del vuelo y nebulizadores nasales poco antes de descender del avión. Debe evitarse el alcohol, ya que estrecha las vías sinusales y la garganta y aumenta la probabilidad de que se produzca taponamiento. El atrapamiento de aire en las dentaduras alteradas puede producir dolor.
Desplazarse al destino puede suponer la mitad
del placer del viaje pero también puede ser agotador. Según las circunstancias,
puede resultar francamente desagradable la sintomatología que se produce por el
movimiento, con la que el viajero pasivo e indefenso no esté familiarizado.
El mareo en el mar puede ser mucho más
desagradable y se presenta con mayor frecuencia que al volar. Hay personas que
se marean también en el auto e incluso hay quien se marea sólo por el hecho de
pensar en un viaje de avión o barco. No se marean únicamente las personas
delicadas. Lord Nelson, el almirante británico más famoso y persona conocida
por no tener miedo a nada, solía marearse con frecuencia en el mar.
Los primeros síntomas del mareo por
movimiento incluyen probablemente un sentimiento de ansiedad, nerviosismo,
vértigo y nublamiento de la vista. El mareo tiene lugar cuando los órganos del
equilibrio, es decir, los canales semicirculares de los oídos, se hallan
alterados y muestran un desequilibrio con lo que experimentan otras
sensaciones. Como resultado se produce una confusión del sensorial. Después
aparece palidez, comienza un sudor frío y se producen trastornos en el
estómago. Si persisten los síntomas, es casi inevitable que aparezcan náuseas o
vómitos. El acto del vómito alivia los síntomas de forma temporal pero después
persisten. Se puede producir una pérdida de líquidos muy importante.
Los síntomas no siempre se alivian al salir
del barco o del avión. Al bajar a tierra se produce un fenómeno característico
que es consecuencia de los efectos tardíos del balanceo o la inclinación de un
barco y hace que la persona sienta como si la tierra misma se estuviera
moviendo. Este efecto puede persistir hasta varias horas después de
desembarcar. Los años, fisiológicamente, no son de gran ayuda pero parece ser
que para el mareo del movimiento sí lo son. La susceptibilidad al mareo
comienza alrededor de los dos años de edad y aumenta hasta un máximo de los
diez o doce años aproximadamente. Después se produce algún tipo de adaptación
que hace que el mareo por movimiento sea menos frecuente entre los individuos
de mediana edad y los ancianos. Las mujeres, por alguna razón, son más
susceptibles que los hombres.
El mareo por el movimiento tiene sus raíces
en el aparato vestibular del oído, el cual no juega ningún papel en la
audición, sólo en el sentido del equilibrio y en el movimiento. Los receptores
responsables del mareo por el movimiento son tres canales semicirculares, tres
conductos llenos de líquidos que están situados formando un ángulo recto cada
uno respecto a los demás. Cuando se activan, nos informan sobre los cambios en
el índice de velocidad a que gira la cabeza.
Dentro del oído también existe una campana de
gel aplanada cubierta por cristales densos conocidos como otolitos. Cuando se
activan nos informan de cuál es la deflexión de la cabeza respecto a la
vertical. Al andar o correr, los otolitos envían mensajes al cerebro
informándonos sobre el plano en el que estamos situados y a continuación desencadenan
movimientos oculares reflejos que ayudan a estabilizar el campo visual mientras
nos movemos. Cuando estamos sentados o de pie se envían los mismos impulsos al
cerebro, por lo que tiende a confundir a la totalidad del sistema.
Afortunadamente, tras un período de tiempo, que depende de cada individuo, el
cerebro se adapta a estas señales confusas y se produce una adaptación al
movimiento. La respuesta de las personas a esta información errónea es muy
variable y también el período que necesitan para adaptarse. Algunos no se
adaptan nunca.
Para evitar el mareo por el movimiento,
intente colocarse lo más horizontal posible con la cara mirando hacia arriba.
Se ha comprobado que la incidencia del mareo en posición supina disminuye hasta
un veinte por ciento del que puede experimentar una persona que esté sentada o
de pie. Aparte de la posición en que se encuentre, no permita que su cabeza se
tambalee de atrás hacia adelante. Mantenga la cabeza apoyada en una silla que
tenga el respaldo alto o utilice los músculos del cuello para mantener la
cabeza firme.
En un barco puede conseguir que disminuyan
los movimientos al colocarse plano en una litera, preferentemente situada en el
medio del barco, donde el movimiento es menos importante. Concéntrese en
cualquier cosa que no sea el estado de su estómago. Lea, si eso no le agrava los
síntomas. Al parecer, el cerebro tiene una capacidad limitada para procesar información,
tanto procedente del cuerpo como del exterior. El tener la mente activa
mantiene ocupados a los receptores neurológicos causantes del molesto mareo.
La mayoría de farmacias, así como las líneas
aéreas, disponen de comprimidos de dimenhydrinato (Dramanine) sin necesidad de
receta, para aliviar el mareo por movimiento. El hidrobromuro de L-hioscina se
considera el agente más eficaz de entre los que se utilizan. También se
utilizan antihistamínicos.
Uno de los fármacos que se receta es la
escopolamina, que se encuentra bajo el nombre comercial de Transderm-V. Aplicándolo
detrás del oído, este fármaco se absorbe lentamente a través de la piel,
reduciendo la actividad nerviosa del oído interno y por consiguiente el mareo
por el movimiento. Puede colocarse un disco que contenga el fármaco, que tiene
una eficacia de hasta 72 horas. Los efectos secundarios incluyen sequedad de
boca, somnolencia y visión borrosa de forma transitoria.
Al contrario de lo que se cree, recuerde que
no debe viajar con el estómago vacío, ya que ello agrava el mareo que produce
el movimiento.
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